Latinoamérica, y la primavera que no llega

© Serie "Las ventanas" - La imaginación -Pastel sobre papel , Verdugo, 2010.

“Este pueblo no se ahoga con marullos,
Y si se derrumba yo lo reconstruyo.”
Latinoamérica - Calle 13


América insiste en cargar sus muertos, quizá por ello su paso lento y la dificultad para reinventarse. No en vano: el tiempo, el espacio y los seres humanos, la obligan a cambiar de color con las décadas.
Un triángulo deforme con puntas largas y estrechas es la primera imagen que llega a mi cabeza respecto de América. Pero entro en sus grietas, camino sus orillas, y América es más que eso. Es un lugar dónde el otoño se demora en llegar y donde se escuchan ecos constantes. Un lugar que niega su color original, y que a la vez los abarca todos.
Sometida, siniestra, simple y mágica: 20.318.998 km2 de la superficie terrestre  donde el cemento aún  no lo cubre todo. Por eso que mi nueva imagen de América, sean miles de kilómetros de tierra, agua y cielo. Así como en otros puntos del hemisferio, con la diferencia de que en América, los caminos tienen las venas abiertas.
Un concepto que hace mella al contundente ensayo publicado  por Eduardo Galeano en 1971 en el cuál el uruguayo hace un análisis global de América Latina desde su colonización, hasta la América contemporánea. Décadas y periodos históricos que determinan y condicionan: el espacio, los habitantes, el tiempo, la cultura, el arte; la música.
Si bien las imágenes han servido como punto de referencia para la construcción de los estereotipos universales, la música, a través de sus formas y posibilidades, ha dado otra relevancia a los mismos. Es acá dónde se  hace un cambio de rol, y se propone una nueva manera de llegar a las ideas a través de las palabras; el ritmo.
Esa forma del arte tan definitiva y cierta, que para la década de los sesenta, en América Latina va a tomar un matiz tan claro, que ya no logra esconder a la muerte. Poetas escudados por cantantes que se dan a la labor de develar la inconformidad, el miedo, la desesperanza, etc. que el sometimiento de los sistemas políticos infundía en las personas. Denuncias que lamentaban miles de muertes injustas y amaneceres macabros.
Desde entonces, hasta los días actuales, los sistemas políticos han prolongado la sumisión de América, obligándola a negar esa versión que la determina: su belleza. Es aquí donde la música, esa que se inició en los sesenta y que ha evolucionado hasta hoy, en versiones adversamente bellas, sigue cumpliendo su papel de mantener el aliento de lucha, de esperanza y de supervivencia, sin dejar de lado el clamor por la libertad y la memoria de nombres prohibidos.
Estas canciones han sido voceras de Latinoamérica, y mal que bien, han ido creando un nuevo glosarío de imágenes que dan posteridad a aquellas que en el siglo XVI nos definían, a esas cadenas, que  insisten.
Yo tengo mis favoritas, cada quién las tiene. La original música protesta, u otra más contemporánea,, no importa. El ejercicio consiste en escucharlas, escucharlas de  verdad, hacer énfasis en la forma en que están hechas y así desmembrar los mensajes e imágenes implícitas y que como latinos, y como seres humanos, debemos interiorizar. Tanto para ser sobrevivientes, como para mantener la lucha.
Jugar a hacer una simbiosis. Rescatar los paisajes latinoamericanos de las letras que los recuerdan. Escucharlas para dibujar sus imágenes. Todo, con la intensión de seguir reinventando esta América dolida, sumida en el mar de colores de sus venas abiertas. Un ejercicio que hago extensivo, para que entre todos, logremos que a América Latina, llegue la primavera.
Esta canción fue la excusa para este texto, que sea una manera de que todos la recordemos. 
La última versión de Latinoamérica más bella que he escuchado: 



Comentarios

  1. No! ...cual cultura?... Mucho menos corazón, nuestro revés histórico aislado, o nuestro anverso contemporáneo escudriñado, nunca ha sido motivo para quedar en estado “morsaico” o seguir tragando sin escupir la arena de todo ese tiempo perdido. aun más enfermedades dejaron en nosotros, una de esas tantas ha estado creciendo en mi desde hace tiempo, y ha crecido y contagiado a más de uno a través de la costura de esta tierra; la belleza armónica hizo crecer la prostitución musical y ahora la blenorragia auditiva en mí, es la (H) en mis venas, y sin dejar de estar arraigados a nuestra tierra, o a la única porción de tierra palpitante y sangrante que queda, podemos ser fielmente creyentes y orgullosos (cosa de la que no padezco), de que la trata de(esta vez no de blancas) sino de negras y negros que sin más ni menos son los dueños!, dueños de esta casa de trata musical llamada LATINOAMERICA. Que si!, ahora andan descalzos, pero es que, “pa q zapatos, si no hay casa”, cada vez más pedradas caen en nuestro jardín queriendo romper o bajar quien sabe que, ya lo tienen todo, pero no se dan cuenta, que lo ultimo que les falta por quitarnos, eso que parece que quieren y que no nos pueden quitar, es el mugre bajo las uñas; abran los “mutes”! y vean que ese “mugre ” y arenilla bajo ellas, es de labrar el corazón, por que como dijo uno por ahí, uno que “solo era un hombre”: Todos los días la gente se arregla el cabello, pero nunca el corazón!”.
    LATINOAMERICA.

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