It ain’t me, baby

Minnesota, Estados Unidos
22 de junio de 1964














"Minnesota dreaming". Fotografía,  Natalia castillo Verdugo, 2013


12:29 am
Sentimientos que se anulan en el instante mismo en que se sienten. Es como si hubiera un guardián custodiando mi sonrisa para que no salga. ¿Qué hay un incendio fuera y hay riesgo de que me queme? No entiendo. El cielo se explaya en su soberanía, en su belleza copular, pero no me deja entrar.

12:32 am
Es como jugar a las escondidas solo y quedar atrapado en ese rincón, en ese debajo; sin una oportunidad ni un héroe que salve la patria. ¿Dónde estás Superman?

12:35 am
Entonces uno sabe que el abismo está cerca porque de repente las noches son más largas. Y a diferencia de lo que se cree, no, no son más oscuras.

12:46 am
Lo que para hoy no sabías, es que también vengo llenando una bitácora. No contabas con que suela reparar en los relojes, en su terrible insistencia, y en las mujeres con las manos largas. Entiendo que no me conozcas, no habría porqué. Tu eco te mantiene encerrada, y mis ojos siempre están ocupados, inútiles, tratando de contar las luces en el horizonte. Tratando de hallar tu casa, o algún rascacielos con prados en su cima.  
Cada página es testigo del tiempo que ha pasado, de las noches y mi patética desesperación por tomar una gran fotografía del cielo en su hora perfecta. De esa búsqueda que me llevara a la puerta de tu casa o a la acera de enfrente. Sé que caminé por las avenidas cercanas, que pisé terrenos que adorabas, pero siempre antes de lograr ubicarme, un ejército de maquinitas pequeñas comenzaba a asediarme el rostro,  a amenazar con colores y horizontes más lejanos, y más bonitos. Llevándome.
No sabes muchas cosas que sé, y que puedo, y está bien. No tendrías porqué saber que también he enterrado muertos, y que en mi caso yacen  en mi espalda. No tendrías, nunca hubo tiempo para detenerse allí, y que vieras el desfile de niñas que se deslizan descalzas por mi memoria buscando el sendero que les devuelva el jardín de flores silvestres que una vez amaron. 
No me atrevo a llegar y romper tu rutina, no me atrevo porque no debo, y de repente porque no quiero. Hace mucho me prometí dejar en paz a los inocentes, y tanta incoherencia, tanto ruido que hay en ti, no son más que la prueba fehaciente de que eres uno de ellos…

12: 49 am
¡Ha!, claro que me gustaría esperar: por tu  próxima frase, por tu próxima visita, por tu siguiente sueño, por otra promesa. Me gustaría, esperarte es algo casi tan bello como caminar por la Avenida del Silencio. Pero ya es tarde, para ti y para mí. Es tarde porque el tiempo apremia y porque somos muy jóvenes como para seguir jugando a los astronautas en la luna.
Te mentiría si te dijera que no vi las perlas brillando en el asfalto. Te mentiría y no te miento, porque también vi que allí odian la tierra, y los nombres de arena.

1:51 am 
Entonces me voy. Te regalo ésta, la última página de mi bitácora, escrita sobre la mancha de la tasa de café que dejaste regar esa tarde, y en la que ya no se ve el dibujo en tinta azul del dinosaurio deforme que tenía tus mismos ojos. Espero que no la archives en otro de tus ficheros, espero que el viento cumpla su pacto y la arrastre por el borde de tu ventana hasta hacerla caer en el asfalto. Para que la humedad la corroa, para que todos la pisen borrando estas letras. Siempre será un mal recuerdo una carta de despedida escrita en una noche sin estrellas altas.

2:00 am
Ps: Mi nombre es de arena, y el olvido sabe a  qué me refiero


Atentamente:
Bob Dylan

2:39 am

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